El objeto de esta investigación ha sido la obra del arquitecto Heliodoro Dols, nacido en Valencia en
1933, y formado en la Escuela de Arquitectura de Madrid, con título del año 1959. Se trata, por tanto,
de uno de los integrantes de la célebre CX promoción de aquella escuela, entre los que destacan –
por su especial relación con Dols– Fernando Higueras (1930-2008) y Curro Inza (1929-1976).
Arquitectos formados a la sombra del racionalismo de Alejandro de la Sota y deslumbrados por la
personalidad de Francisco Javier Saénz de Oíza, irrumpen en el panorama arquitectónico en pleno
organicismo madrileño (1958-1968), señalado por la crítica como uno de los episodios más fructíferos
de la arquitectura española contemporánea. La obra de Dols se encuentra principalmente en Aragón,
donde reside desde el año 1973.
En el marco de la arquitectura española de la segunda mitad del siglo XX, la figura de Dols puede
pasar en segundo plano. Sin embargo, la calidad de su arquitectura se hace más patente con el paso
del tiempo y justifica, por tanto, fijar en ella el foco crítico. Esta investigación pretende poner en valor
su obra, gran parte de ella inédita, y paliar el, hasta ahora, vacío historiográfico. El trabajo presenta
un estudio sistemático de las principales obras del arquitecto. Para ello se ha realizado una selección
de los proyectos más significativos, tanto construidos como no construidos. El cuerpo principal de la
investigación ha sido el archivo del arquitecto. La labor de contraste con otros archivos y las
entrevistas realizadas a testigos directos, ha permitido elaborar un relato coherente, ordenado
cronológicamente, con el fin de descubrir las señas de identidad y la evolución en la arquitectura de
Dols.
Como metodología de trabajo, la tesis destaca cuatro invariantes que aparecen en toda la obra y
caracterizan los edificios de Dols: 1. La relación de la arquitectura con el paisaje, manifestada en la
elección del emplazamiento, la adaptación a la topografía, la orientación de los edificios y su
respuesta al clima. 2. La referencia a la arquitectura popular y la tradición, considerada siempre como
fuente de aprendizaje, como medio de realizar una arquitectura ligada al suelo y al lugar. 3. La
geometría como vehículo de expresión y método de creación formal. 4. La investigación en el arte
sacro, en un momento en que la experimentación se manifestó particularmente intensa en este
género, manifestada en artistas y arquitectos, en el anhelo por la integración de las artes.
Dols, Premio Nacional de Arquitectura 1965 con el pintor y escultor Antonio López, comienza su
carrera profesional en Madrid, junto al ingeniero y artista Fernando Delapuente Rodríguez (1909-
1975), en Estudios de Arquitectura, Ingeniería y Decoración. Entre sus obras destaca la fábrica de
embutidos Postigo en Segovia (1963), en colaboración con Inza; el Santuario de Torreciudad en
Huesca (1963-1975), su obra más conocida y uno de los ejemplos más significativos de la
arquitectura sacra española del s.XX; las viviendas El Carmen en Logroño (1976); el Colegio Mayor
Peñalba en Zaragoza (1979) y la ordenación del entorno y viviendas en la Plaza de San Bruno de
Zaragoza (1990). Su obra pone de manifiesto una cultura de lo orgánico y un interés por el lugar,
desarrollado anteriormente en la obra de Wright, de la que es deudor.
Se puede decir que la arquitectura de Dols es realista e idealista. Realista, porque nunca ha
abandonado las referencias locales, las preexistencias. Bien sea el entorno, el paisaje, la topografía o
la arquitectura tradicional. Idealista, porque desde una actitud de transformación crítica, bien
aprendida en la Escuela de Madrid, siempre se ha mantenido deseosa de integrar una cierta
radicalidad moderna.
Dols ha participado de la libertad del experimentalismo moderno. Ha proyectado desde lo que
entendía que debía ser su respuesta coherente a las necesidades planteadas, con un noble
desprejuicio. Su arquitectura se basa en la fuerza expresiva de los materiales y de los elementos
tectónicos, en la autoridad de la arquitectura adintelada heredada del mundo antiguo, en el empleo de
elementos implacables como la cubierta, la columna y el muro. Dols ha conseguido un sello propio en
sus edificios que hace que su arquitectura sea reconocible y diferente. Deja una herencia de
arquitectura moderna, amable, sincera y madura. Una arquitectura auténtica, legítima y honesta, con
una imagen dominante que dota de unidad y naturalidad al proyecto, trascendiendo cualquier
convención.