La
utilización de la imagen por parte
de estos jesuitas como elemento pedagógico
no es invención suya ni tampoco de
la Compañía de Jesús,
hay ejemplos anteriores. Además el
Concilio de Trento en el decreto de 1563
sobre las imágenes dice: Enseñen
con esmero los Obispos que por medio de
las historias de nuestra redención,
expresadas en pinturas y otras copias, se
instruye y confirma el pueblo recordándole
los artículos de la fe, y recapacitándole
continuamente en ellos: además que
se saca mucho fruto de todas las sagradas
imágenes, no sólo porque recuerdan
al pueblo los beneficios y dones que Cristo
les ha concedido, sino también porque
se exponen a los ojos de los fieles los
saludables ejemplos de los santos, y los
milagros que Dios ha obrado por ellos, con
el fin de que den gracias a Dios por ellos,
y arreglen su vida y costumbres a los ejemplos
de los mismos santos; así como para
que se exciten a adorar, y amar a Dios,
y practicar la piedad.
El
interés iconográfico de la obra es grande,
sin embargo extraña que haya pasado casi inadvertido
a los estudiosos de la iconografía de la Contrarreforma.
Es conocido el influjo en el pintor y tratadista Francisco
Pacheco en su Arte de la Pintura (Sevilla, 1649).
Ejemplar
de la Biblioteca de la Universidad de Granada
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Los
profesores Santiago Sebastián López y
Antonio Alonso Fernández subrayan el papel que
estas imágenes comentadas tuvieron en la difusión
del espíritu de la Contrarreforma. Para las
ilustraciones de la edición que presentamos se
emplean las láminas abiertas en cobre para
la primera edición. De los 154 grabados que ilustran las escenas comentadas de los
evangelios, 58 llevan la firma de Anthoine Wiericx, 56 la de Hieronymus
Wiericx, 17 la de Johan Wiericx, 9 la de Carlos van Mallery, 11
la de Adriaen Collaert, 2 corresponden a Juan Collaert autor
del n. 68 a quien también se le atribuye la portada sin
firma, por último 1 signado "N.fecit" puede atribuirse
a Nicolaes Bruyn. Los autores de los dibujos son Bernardino Passeri
y Giovanni Battista de Benedetto Fiammeri, tan solo dos llevan
la firma del primero; 8 tienen por autor a Martin de Vos, 1 a
Hieronymus Wiericx y 1 a Johan Wiericx.
Delen y Alvin coinciden en afirmar que esta obra constituye un
verdadero monumento del grabado flamenco y, desde luego, la obra
cumbre de los hermanos Wiericx.
La fijación de la iconografía se debe a los dibujantes
que siguen el texto del padre Nadal y la interpretación
del padre Diego Jiménez. Las estampas deben excitar la
devoción de quien contempla esas escenas evangélicas.
Se componen mediante secuencias temporales y símbolos parlantes
que evocan el arte medieval, y que supeditan el valor estético
de la imagen a la catequesis y a la devoción.
La obra fue de gran originalidad en su tiempo con la unión
de texto e imagen, y contribuyó a la difusión de
la doctrina conforme al espíritu del Concilio de Trento.
El libro llegó tempranamente a los continentes más
lejanos de la mano de misioneros jesuitas. Y como es bien conocido
las estampas tuvieron una notable incidencia entre grabadores
y pintores.
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