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Pedro Malón de Chaide quiso que su obra saliera impresa según su propio criterio ortográfico, en buena medida contrario al que se usaba en las imprentas. En el Prólogo de La conversión de la Magdalena se queja de que, habiendo él descuidado la supervisión del trabajo editorial, advirtió, cuando ya se había impreso buena parte del libro, que se había hecho cambiando sus grafías por las acostumbradas. Lo restante del libro se quiso realizar obedeciendo al autor, pero los primeros pliegos de esta última parte salieron impresos con una mezcla de las dos ortografías contradictorias. En el presente trabajo se intenta explicar cómo pudo suceder tal cosa, recurriendo a los conocimientos de que se dispone sobre el proceso de fabricación de un libro en el Siglo de Oro, y a la legislación que le afectaba en los distintos reinos de España.