Abstract
En medio de tanta inflación de palabras divorciadas de las cosas, de tanta retórica sin sustancia, de tanta esterilidad que se cobija hoy bajo el nombre de filosofía, el legado de Burke y el de Villey sirven para airear un ambiente envilecido e irrespirable. Ambos se dirigen a las cosas y usan el lenguaje como una herramienta para mostrarlas y conectarse con ellas. Ambos son hombre libres, preocupados por la verdad y el bien y no por el aplauso, el triunfo o el éxito académico o mundano. Por eso son "hombres mojones" firmes en sus raíces y no "hombres veletas" que giran a merced de los vientos, de las modas o de las situaciones. Ambos encarnan la "humanitas", esa virtud heredada de los juristas romanos, a cuyo espíritu guardan estricta fidelidad. Ambos son hombres constructivos e integradores que buscan armonizar la autoridad con las libertades, el derecho natural con el derecho positivo, el poder con el deber. Finalmente, hacemos nuestra la última conclusión de Villey en su artículo dedicado a estudiar el pensamiento del político inglés: "hay más experiencia filosófica en las Reflexiones de Burke que en la escuela contemporánea de análisis del lenguaje" .