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En la Crítica de la razón pura, Inmanuel Kant estableció una interesante distinción entre dos tipos de filosofía: la 'Schulphilosophie', o filosofía escolar, académica, y la 'Weltphilosophie', o filosofía mundana. La primera se ocupa de la aclaración de los conceptos «técnicos» de la filosofía. La segunda, en cambio, es la que tiene un interés existencial. A la filosofía mundana, Kant le asigna en la Crítica de la razón pura la tarea de plantarse y repsonder a las tres si- guientes preguntas: 1. ¿Qué puedo yo saber? - Teoría del conocimiento. 2. ¿Qué puedo yo hacer? - Moral, ética. 3. ¿Qué me cabe esperar? - Filosofía de la religión. Advirtamos que estas tres preguntas tienen que ver con distintos aspectos de la trascendencia.El acierto de Kant estriba en advertir que la cuestión de la trascendencia desemboca —desde todas sus vertientes— en un foco problemático: el ser del hombre. Si el hombre es sólo un sofisticado fragmento de material la respuesta a las tres primera preguntas será negativa. No habrá trascendencia gnoseológica, porque la materia no puede salir intencionalmente fuera de sí misma, para hacerse cargo de la realidad de otras cosas. Tampoco habrá trascendencia moral, porque los organismos materiales están sometidos a constricciones fácticas, pero no a imperativos morales. Y, finalmente, no me cabrá esperar nada más allá de mi vida biológica: la muerte será un muro contra el que se acabarán por estrellar todas mis expectativas. No habrá trascendencia existencial. Sin embargo, los últimos descubrimientos científicos en genética hablan de una relación distinta entre mente y cerebro.