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Tras perder las elecciones legislativas y quedar su grupo parlamentario reducido a la mitad, la comisión ejecutiva del Partido Socialista Obrero Español quiso poner en práctica lo que su presidente, Francisco Largo Caballero, había anunciado y proclamado antes de la campaña electoral, y aun antes de salir del Gobierno de la nación, pero sobre todo durante la campaña electoral: la revolución social, por medio de un poder absoluto socialista. La primera necesidad de la comisión ejecutiva socialista fue convencer de sus propósitos a la comisión ejecutiva de la Unión General de Trabajadores que, bajo la presidencia de Julián Besteiro, se opuso con tesón hasta finales de enero de 1934, en que fue derrotada por los partidarios de Largo Caballero. Los llamados “centristas”, y sobre todo Indalecio Prieto, colaboraron activamente en el empeño mayoritario. Y Prieto, el mejor orador y parlamentario del partido, fue el encargado de anunciar la nueva consigna a todo el país en las Cortes Españolas.