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Ya se convirtió en un importante apoyo al régimen de Franco a partir de 1952. Pero antes debió soportar un director impuesto, quedando fuertemente controlado por el gobierno: su empresa editora resultaba sospechosa porque había aceptado la Segunda República (1931-1936). Entre 1953 y 1959 vivió una época de expansión y también de radicales divisiones internas, entre los partidarios del régimen de Franco y los contrarios a él. Ya siguió las orientaciones de Ángel Herrera Oria: la apertura hacia otras fuerzas (los “restos católicos” de la Institución Libre de Enseñanza) para ampliar la base del régimen de Franco y sostenerlo. Finalmente, los sectores que no apoyaban estos planes fueron expulsados de la empresa. A partir de 1966 hubo cierta libertad de prensa. El objetivo de Ya fue entonces la apertura política desde las instituciones franquistas. Demandó un aumento del pluralismo ideológico y de la representatividad de las instituciones. Las ideas de Ya resultaban contradictorias: era imposible crear un sistema político democrático sin herir de muerte a la dictadura. Tras la muerte de Franco la transición empleó elementos válidos que el sistema anterior ofrecía. Esto fue lo que propuso entre 1973 y 1975 el grupo Tácito, originado en la redacción de Ya.