Abstract
«El pasado jueves pude sentir de cerca la potente onda expansiva que provocó el atentado terrorista en la Universidad de Navarra. Los cristales de mi despacho saltaron hechos trizas. Era la sexta vez que pasaba por una experiencia semejante. El miedo superficial se atempera, porque a todo se acostumbra uno. Pero la indignación crece, porque la brutalidad de la violencia se hace cada vez más notoria. Y uno se pregunta: ¿por qué? y ¿hasta cuándo?» Lo cuenta el profesor Alejandro Llano, de esa Universidad.