El oficio de editor (corrector de estilo) rara vez se limita a aplicar criterios de corrección idiomática. Cuando un texto ha sido débilmente focalizado por su autor, el editor debe adoptar una actitud dinámica, a fin de recuperar su verdadero sentido y reescribirlo con coherencia y cohesión. Una “recepción dialógica”, primero, y una “creación dialógica”, después, constituyen un binomio importante para que el editor pueda dirigir los cambios sintácticos, morfológicos, léxicos y, sobre todo, semánticos, que practica a un “texto claro”, con miras a convertirlo en un “discurso coherente” y pragmáticamente apropiado a los fines que persiga.