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EL ministerio del tiempo ha atraído la atención de los académicos desde la emisión de la primera temporada. Parte de su éxito se debe al género híbrido en el que se desarrolla su premisa, que combina la ciencia ficción con la representación de la Historia (Rueda Laffond y Coronado Ruiz 87). La serie también ha suscitado investigaciones de otra índole, relativas a su expansión internacional en plataformas de distribución; a su inclusión dentro del fenómeno fandom (Establés Heras y Rivera Pinto 211–17; Establés Heras); a su crecimiento narrativo (Miranda Galbe y Figuero Espadas 120–21) y comportamiento de los usuarios en redes sociales (Rodríguez-Mateos y Hernández-Pérez), junto con su carácter de Cult TV (Scolari y Establés 1022–23). Tal y como anunciaba Cascajosa Virino (63, 65–66), augurando un impacto significativo para la serie, los esfuerzos por construir una estrategia de expansión han dado sus frutos, en un contexto de televisión convencional en decadencia (Quintas-Froufe). Pese a los factores de ese fenómeno expansivo (ampliación del foco de elección de acontecimientos y de personajes ilustres), la serie ha conservado su “esencia”: narrar y mantener intacta la Historia pero “todo desde la perspectiva de un Ministerio que solo puede viajar por territorio español, evidentemente. Eso no lo íbamos a cambiar porque es la esencia de la serie”, según Javier Olivares (co-creador de la serie) (Gómez 103). Desde el punto de vista narrativo, la reconstrucción biográfica de la vida del Cid Campeador en “Tiempo de leyenda” muestra varios elementos de interés, entre ellos, la reinterpretación del mito heroico. De hecho, TVE no ha sido la única en recuperar el interés por el tema cidiano, haciendo explícito el foco sobre el punto de vista del “héroe”, “el traidor” y “la leyenda” (“El Cid”). Con el estreno de una serie [End Page 83] completa sobre el héroe español de alcance internacional, Amazon Prime reaviva el interés por la épica sobre la Reconquista de la península ibérica, fortaleciendo la base histórica (Moraleda El Confidencial, 19 dic. 2020) y añadiendo una nota de contemporaneidad a la figura del Cid, al caracterizarlo “como hombre atrapado entre las culturas cristiana y musulmana” (Benítez El Mundo, 14 feb. 2019).