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Abstract
El progresivo envejecimiento de la población, junto con el aumento de la prevalencia e incidencia de enfermedades crónicas y discapacitantes, como la enfermedad de Alzheimer, y la creciente demanda de cuidados de larga duración, suponen un desafío para el actual sistema de bienestar social y sanitario. En particular para el denominado sistema informal de cuidados, la familia. La enfermedad de Alzheimer supone para la familia una situación nueva y estresante, que rompe la lógica de los acontecimientos vitales y llega a modificar el funcionamiento normal del grupo. Es por este motivo que no solo la persona afectada, sino toda la unidad familiar debería considerarse objeto de la atención profesional. El presente artículo ofrece una reflexión sobre la adopción de un enfoque de cuidados integrador, positivo y sistémico, centrado en la unidad familiar, que dirija la atención hacia las competencias y fortalezas de la familia, y no exclusivamente a sus dificultades.
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