Loading...
Thumbnail Image
Export

Abstract

Niños y adolescentes poseen una relación peculiar con las diferentes pantallas. Por un lado, las pantallas necesitan de ellos para sobrevivir y ser económicamente rentables; por otro, los niños y adolescentes requieren de ellas para permanecer conectados con el resto del mundo. La niñez y la juventud son las etapas de la vida en las que se configura la personalidad y se busca un lugar social en el entorno. La falta de experiencia propia de esas edades facilita que su aprendizaje sea continuo e ininterrumpido, tanto de los aciertos como de los tropiezos. Es una fase en la que se necesita aprender del otro, se comparten experiencias y, por lo tanto, se está más receptivo a lo que siente a su alrededor. Sin embargo, es un momento en el que el niño pasa a tomar sus propias decisiones, a caminar solo, por lo que necesita de criterios en los que basar sus elecciones a pesar de que en muchas ocasiones vengan condicionadas por la pertenencia a un grupo (amigos, equipos deportivos, compañeros de clase…). Es más, el sentimiento de conexión es la razón fundamental que empuja a la juventud al uso de la tecnología. De hecho, el proceso de socialización de las personas pasa por la relación con los diferentes grupos, lo que nos obliga a conocer cómo se produce ese contacto comunicacional. Mediante esas relaciones el niño aprende conductas, valores y destrezas, por lo que conocer cómo se produce facilita la mediación educativa con el niño. El vínculo que tienen los niños y los jóvenes con los medios y, en especial, con la tecnología no constituye para ellos ningún temor ya que les son de gran utilidad y los usan con la naturalidad que caracteriza a los hábitos aprendidos desde el nacimiento.

Collections