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Este texto profundiza en cinco interiores, cinco locales comerciales, proyectados por Alejandro de la Sota entre 1952 y 1953. Durante estos dos años de supuesta inactividad el joven Sota fundó su corpus conceptual. Aunque en su mayoría frustrados, y a pesar de la distancia formal y su entrega a la expresión y la sensualidad, estos proyectos comparten la raíz poética –el vocabulario sotiano– con las obras maestras que produjo inmediatamente después. El maestro gallego evolucionó desde estrategias fondo-figura en los primeros proyectos hasta llegar a la anulación del entorno, la nada, como espacio expositivo ideal. La nada, el silencio, el vacío, la ausencia o la desaparición, que tanto resonarán en la obra posterior, fue literal y artificiosa en estas primeras tentativas. El morbo de explorar territorio prohibido, las obras posteriores, la habilidad para escapar del entorno y el esfuerzo de Sota en crearse una personalidad artística propia justifican esta investigación.