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En el artículo se estudia un conflicto ceremonial protagonizado por los presidentes de los consejos reales en el Madrid de mediados del siglo XVII. Suscitado en torno al privilegio de usar cierto tipo de asiento (el sitial) en las funciones públicas, el conflicto tuvo su proyección más significativa en las principales procesiones de la ciudad, en particular la de Corpus Christi. El análisis de este ritual urbano en el contexto del establecimiento definitivo de la capital ayuda a comprender el conflicto ceremonial en términos de la reformulación de la noción de la monarquía hispana, entendida por Olivares y otros hombres de la época como un organismos unitario, en sustitución de la idea tradicional de monarquía compuesta por reinos agregados. Dicha noción fue exhibida en la procesión de Corpus Christia, cuya propia dinámica contenía bases muy adecuadas para manifestar la unidad a través de la variedad.