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Keywords

espectrometría de masas, mieloma múltiple gammapatías monoclonales

Abstract

Joseph John Thomson fue un ingeniero y matemático inglés descubridor del electrón, que recibió el Premio Nobel de Física en 1906, el mismo año en que Santiago Ramón y Cajal recibía el de Medicina. Thomson ya describió en 1899 un instrumento parecido a un espectrómetro de masas. Fueron sus discípulos, Aston y Dempster, de la Universidad de Chicago, quienes construyeron en la década siguiente los primeros espectrómetros de masas tal y como se conocen en la actualidad. Desde entonces, la tecnología ha avanzado de manera extraordinaria, primero con la introducción de instrumentos de tiempo de vuelo o cuadrupolo. El electrospray resolvió después el problema de la ionización de proteínas de gran tamaño y amplió el rango de análisis, previamente restringido a compuestos pequeños. En su conferencia por el Premio Nobel de Química en 2002, Fenn, se refirió a esto como dotar de “alas de electrospray a elefantes moleculares”. Estas mejoras y otras posteriores como el Matrix Assisted Laser Desportion/Ionization (MALDI) y la trampa iónica, han convertido a la espectrometría de masas (EM) en una herramienta analítica potente, versátil, precisa y sensible cuyo uso se ha extendido a ámbitos muy diferentes, hasta finalmente llamar también a las puertas del Laboratorio Clínico. Hasta ahora, su uso en rutina en los laboratorios clínicos se ha restringido al análisis de fármacos, hormonas esteroideas y otros metabolitos. Sin embargo, por sus características, el espectro de potenciales aplicaciones de la EM es muy amplio. De hecho, en los últimos años, su uso se ha extendido al análisis de moléculas más grandes como las proteínas, incluyendo la inmunoglobulina monoclonal empleada como biomarcador para el diagnóstico y seguimiento de las gammapatías monoclonales (GM).

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