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En “Conocimiento en acción” Ernest Sosa presenta una su-gerente propuesta epistemológica de una complejidad mayor dela que la aparente sencillez del texto hace sospechar. Sintética-mente se puede decir que sus reflexiones en torno al conocimiento tienen dos líneas de interés. En primer lugar, pretende ofrecer una explicación sobre la intencionalidad del conocimiento. Intencionalidad que es aquí pensada de un modo diferente a como la piensan algunas tradiciones continentales, especialmente la fenomenológica más cercana a Husserl, que le dan a este concepto un carácter que de modo somero y aproximativo se podría caracterizar de contemplativo; Sosa la entiende en cambio como algo radicalmente práctico y dinámico: la actividad cognoscitiva es entendida como un intento, cuyo logro, en caso de tener éxito, es el conocimiento. No por azar los términos castellanos intento e intencionalidad tienen un mismo origen etimológico que proviene del verbo latino intendere. Esta aproximación tiene sin duda el mérito de no desconectar la actividad cognoscitiva de la vertiente práctica general de la vida humana, lo que permite dar un sentido preciso, por un lado, al hecho de que exista aprendizaje en el conocimiento, más allá del mero aprender contenidos, y, por otro, de que también en el conocimiento se pueda hablar de virtudes y quepa por tanto otorgar un valor epistemológico a la noción de virtud.