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Abstract
El mundo contemporáneo ha visto pasar numerosas propuestas educativas con el paso de los siglos. A pesar de contar con una gran cantidad de experiencia y conocimiento, la falta de esperanza en el porvenir que presentan los jóvenes hace que nos cuestionemos sobre las herramientas que les brindamos para ser felices. Este trabajo parte de una descripción de la sociedad y del sistema educativo, para proponer una solución basada en una concepción más profunda del “estudiante” y del “maestro”, a la luz de su consideración como seres personales. Tras describir la propuesta antropológica subyacente a dichas concepciones, analizamos las implicancias concretas que esta tiene en el sistema educativo y en las acciones de un maestro que atiende a sus propias necesidades personales y las de sus estudiantes. La presente propuesta educativa sostiene que estas tres acciones son las más fundamentales: estar presente en lo cotidiano, reconocer oportunidades y ayudar a crecer. Esta práctica educativa implica un proceso transformador en el propio maestro, pues supone que se parte de él mismo como persona. Pero esto, lejos de ser una carga añadida a su labor, es condición necesaria para avivar la esperanza en su felicidad mientras está caminando. Ahondamos también en la formación que requiere un maestro para ser capaz de llevar estas actividades a la práctica, y cerramos el trabajo con una serie de oportunidades para aplicar y ampliar lo presentado en esta investigación.