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Abstract
Alimentación y nutrición no son conceptos sinónimos, pero están íntimamente relacionados entre sí. La alimentación es una acción voluntaria y, por tanto, educable. En cambio, la nutrición, es un proceso fisiológico e involuntario que realiza el organismo tras haberse alimentado. En este contexto, el término dieta se usa para referirse a la composición, frecuencia y cantidad de comida y bebidas que voluntariamente ingieren los seres humanos y conforman los hábitos o comportamientos alimentarios (1). La dieta presenta grandes variaciones históricas y geográficas de acuerdo con factores culturales, individuales, ambientales, económicos, familiares, de disponibilidad de alimentos y otros. Y se considera equilibrada si aporta los nutrientes y energía en cantidades tales que permiten mantener las funciones del organismo en un contexto de salud física y mental (2). El equilibrio dietético es particular de cada individuo y se adapta a su sexo, edad, peso y estado de salud. No obstante, existen diversos factores (geográficos, sociales, económicos, patológicos, etc.) que influyen en el equilibrio de la dieta. Los hábitos dietéticos conforman el patrón de alimentación que una persona sigue a diario. Y están claramente influenciados por las preferencias alimentarias, el estado de salud, el nivel económico y la influencia tanto familiar como cultural (1).