Libertad de los usuarios y derechos de autor. Una jungla llamada a ser parque temático

Abstract

La reciente sentencia -21 octubre 2010- del Tribunal de Justicia europeo, que ha declarado ilegal el canon indiscriminado sobre DVDs, CDs y MP3s, ha vuelto a agitar el debate acerca de las vías de cobro de los derechos de autor en el entorno digital. Como corresponde a un periodo de transición –en el que estamos- los argumentos, tanto de quienes defienden la libertad de los usuarios como la de quienes defienden la de los grandes productores y entidades de gestión de derechos, resultan convincentes aunque sean contradictorios, por la simple razón de que no hay un único sistema de protección de los intereses de los autores, sino muchos posibles; de entre ellos, algunos se conjugan mejor con la libertad de los usuarios, quizá en detrimento de los intereses –hasta la era Internet- de los todopoderosos productores y entidades de gestión colectiva de derechos. Los usuarios han ganado hoy por hoy la opinión pública, los grandes productores y entidades de gestión de derechos han apostado por el lobby político, también con éxito notable a la vista de los tratados internacionales, directivas europeas y reformas de leyes nacionales que han logrado a su favor. Pero estas posturas enfrentadas entre la libertad del usuario, por una parte, y autores-editores con sus derechos de propiedad intelectual, por otra, no tienen demasiado sentido desde el momento en que los sistemas para obtener la compensación económica por el uso de las obras han conseguido adaptarse a los procesos de descarga/simple acceso a la obra en Internet. Para el análisis de la situación que se acude a tres parámetros que servirán para visualizar con cierta claridad cuáles son las cuestiones que realmente están en juego y que anuncian que el disfrute del entretenimiento cultural en la era digital también pasará, como en un parque temático, por taquilla