La studiositas y su lugar en el organismo cristiano de las virtudes
Palabras clave : 
Estudiosidad
Deseo de conocer
Vida intelectual
Fecha de publicación : 
2014
Editorial : 
Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra
ISSN : 
0214-6827
Cita: 
Núñez-Valero, J. (2014). ""La studiositas y su lugar en el organismo cristiano de las virtudes"". Excerpta e dissertationibus in Sacra Theologia, Vol. 62, 465-535
Resumen
El cultivo de la excelencia de la mente mediante las virtudes intelectuales no es suficiente para garantizar la moralidad del deseo de conocer la verdad: se requiere su regulación a través de las virtudes morales, y, en especial, de la studiositas. Aunque se ejercita en todas las ocupaciones humanas, tiene especial relevancia para las personas que se dedican al estudio, ya sean investigadores, profesores o estudiantes. La studiositas, entre otras cualidades, pone en práctica la atención, la concentración, la rectitud de intención, el compromiso con la verdad, la humildad, la caridad, la honestidad intelectual, la docilidad, la receptividad, y ayuda a la persona a superar la fatiga, la inconstancia, la dispersión ante la infinidad de datos, la tentación de someterse a intereses creados, y la capacita para aceptar la existencia de misterios sobre el sentido de la vida. Se le opone el vicio de la curiosidad, al que le importa más la satisfacción del deseo de conocer que la verdad en sí misma. La studiositas es la virtud propia de la santificación del estudio, pues ayuda a estudiar con perfección humana y con un sentido de apertura a lo trascendente. En su función moral, alienta la adquisición de una seria formación intelectual, la educación de la conciencia y una competente preparación profesional, que resisten todo fideísmo. Esta actitud rechaza tanto el inmanentismo moderno, que sustituye la estudiosidad por el mero afán en la búsqueda del conocimiento, como la mentalidad utilitarista, que reduce la importancia del conocimiento a su utilidad.
The cultivation of the excellence of the mind by means of the intellectual virtues is not enough to guarantee the morality of the desire to know the truth: it needs to be regulated by the moral virtues and, especially, by studiositas. Even though it is exercised in all human occupations, studiositas has a special relevance for persons dedicated to study, whether researchers, lecturers or students. Studiositas, among other qualities, puts into practice attention, concentration, an upright intention, commitment to the truth, humility, charity, intellectual honesty, docility and receptivity; it helps the person to overcome fatigue, inconstancy, dispersion and the temptation to submit to vested interests, and enables them to accept the existence of mysteries about the sense of life. Its opposite is the vice of curiosity, which cares more for the satisfaction of the desire to know than for truth in itself. Studiositas is the proper virtue for the sanctification of study, because it helps one to study with human perfection and with a sense of openness to the transcendent. As a moral virtue, it inspires the acquisition of a serious intellectual formation, the education of one’s conscience and a competent professional preparation, effectively countering the temptation to fideism. This virtue rejects both the modern immanentism, that replaces studiousness with the simple urge in the search for knowledge, and the utilitarian mentality, that reduces the importance of knowledge to what is useful.

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