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Evolución dogmática y popular I
El comienzo 1

Exposición virtual:
Tota pulchra


Los grandes doctores de la Edad Media se mostraron desconfiados o contrarios ante el misterio de la concepción inmaculada de la Virgen, menos Duns Escoto que demolió la objeción mayor que parecía prohibir esta doctrina inmaculista. Cristo es el Redentor perfecto, la perfección de su Redención requiere que sea capaz no sólo de lavar el pecado sino de prevenirlo. Cristo debía preservar a María del pecado para que nada contaminara la Encarnación. Dios, según una ley general inscrita en la Escritura y en la Tradición, pone la perfección al principio de todas sus obras.

 

 

Lectura in Librum Tertium Sententiarum: a distinctione prima ad decimam septimam. Distinctio III, Quaestio I: «Utrum Beata Virgo fuerit concepta in peccato originali»

En los siglos XII-XIII Raimundo Lulio había formado numerosos discípulos defensores de la Concepción Inmaculada. Los reyes, el clero, las órdenes religiosas y el pueblo les siguieron. Los tomistas se opusieron a ese común sentir, al frente de esta oposición estuvo el inquisidor fray Nicolás Aymerich que censuró como herética la doctrina concepcionista. Los reyes primero de Aragón y luego los de Castilla acudieron a los papas sucesivos pidiendo la fiesta de la Inmaculada. Franciscanos y dominicos mantuvieron tesis opuestas sobre la concepción inmaculada de la Virgen durante siglos, pero en el ardor de la controversia se acrecentó la devoción a la Inmaculada y su fiesta se propagó a lo largo de los siglos.

Aragón
Castilla
Franciscanos
Dominicos

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