La actividad de Ribera como grabador es poco conocida -su producción
no pasa de dieciocho estampas- y por tanto escapa a la fama
que tiene como pintor, pero nadie duda que es el mejor grabador
español anterior a Goya. El interés de Ribera
por el grabado se circunscribe a los años veinte del
siglo XVII. Aquí nos interesan las composiciones de fisonomía:
estudios del rostro humano, de orejas, ojos, boca y nariz, y
estudios de expresión en los que pasa por la meditación,
el miedo, lo feo y repulsivo. Todas las estampas muestran su
calidad de dibujante y parecen responder a una necesidad de
contribuir por su parte a la educación de aprendices.
Durante el siglo XVII su influencia fue poderosa, difundiéndose
sus estampas en copias anónimas que invierten la composición
original. Más importantes fueron la difusión de
cuadernos que reproducían estampas de Ribera, que incluyen
estudios de brazos y piernas sacados de otras estampas. El primero
de estos cuadernos de copias fue publicado en París en
vida de Ribera por Nicolas Langlois en 1650, que es la obra
que se expone. El impresor vendió las láminas
de cobre al conocido editor Pierre Mariette. La réplica
española de la obra de Louis Ferdinand, es la Cartilla
para aprender a dibvxar sacada por las obras de Joseph de Ribera,
llamado (bulgarm[en]te) el Españoleto grabada en
Madrid por Juan Barcelón (1739-1801) e impreso en la
Imprenta Real el año 1774, de la que existe facsímil
del ejemplar de la Universidad de Barcelona.
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