Cuadernos de Anuario Filosófico 251-300

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    Tomás de Aquino, hoy
    (Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 2016) García-Cuadrado, J.A. (José Ángel)
    En las primeras horas de la mañana de un soleado día de otoño del año 2012 un hombre alto y corpulento apareció en las orillas del Sena. Tendría unos 40 años. De tez sonrosada, pelo rubio y frente despejada. Iba ataviado con el inconfundible hábito dominicano, pulcro, pero ya un poco ajado. A pesar de su aspecto apacible se le notaba algo inquieto. Sólo hablaba latín, con un incierto acento napolitano. Costó tiempo encontrar a alguien con quien pudiera comunicarse. Finalmente un joven universitario de la Sorbona, del último año de Filología clásica, logró mantener con él una conversación en latín. El extraño personaje respondía al nombre de hermano Tomás, y preguntaba por su secretario y amigo, el hermano Reginaldo. Sólo pudo explicar que vivía en el convento dominicano de Saint Jacques; había salido para pasear por las riberas del Sena, pero se había abstraído de tal manera que ya no recordaba nada más desde entonces. Temía llegar tarde a la lección que debía impartir en el convento. El singular fraile estaba completamente desorientado. Cuando lo condujeron al convento dominicano no reconoció a ninguno de los frailes que allí vivían, aunque se tranquilizó al descubrir el hábito blanco y negro de los predicadores: casi lo único que no había cambiado desde que salió de su convento. Pidió regresar a su celda, con su secretario y las copias de los libros de Aristóteles. Se sentía muy cansado y aturdido.