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La lección pone de relieve que algunos de los argumentos más al uso para valorar la herencia de la Antigüedad en nuestra cultura y la presencia de las materias clásicas en la educación no resultan tan efectivos para mover a la lectura personal de los autores griegos y romanos. Después de examinar el alcance real que pueden tener tres de esos razonamientos, basados en la curiosidad trivial, las afirmaciones de autoridad o la pretendida aplicación práctica, se propone una defensa de los clásicos como compañeros de viaje para una vida intelectual examinada. Los griegos y romanos no son los únicos autores, pero sí los pioneros en cuestionarse y desarrollar las grandes preguntas, convirtiendo todo ello en memoria compartida: en una cultura que se ramifica y entrelaza a lo largo del tiempo. Por esta razón de veteranía, son uno de los mejores accesos a esa conversación en marcha. Los clásicos de cualquier época nos invitan a dialogar sobre las grandes preguntas, a ponerlos a prueba a ellos y a cuestionarnos a nosotros mismos.