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Abstract
“Tolerancia” y “diálogo” son palabras de moda. En cambio, la palabra “verdad” despierta suspicacias. Esto se debe a que tolerancia y diálogo se presentan como cauces para la paz; por el contrario, la pretensión de verdad sugiere un potencial conflicto. En efecto: cuando, a propósito de un asunto cualquiera, los implicados defienden su postura convencidos de estar en la verdad, parece que será imposible lograr un acuerdo –lo cual constituye para muchos el único objeto del diálogo-, y que, por tanto, el conflicto será inevitable. Ahora bien: esto parece contradecir el imperativo silencioso que recorre nuestra vida social: todo menos el conflicto –al menos el conflicto explícito. Sin embargo, si comprendemos la naturaleza de la verdad práctica, comprenderemos que la pretensión de estar en la verdad no conduce necesariamente al conflicto. Por lo demás, evitar el conflicto no puede constituir el único objeto de la convivencia, si es que ésta quiere hacer justicia a la totalidad de las exigencias éticas.