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Cuando se produjo el movimiento de mayo de 1810, el clero del virreinato, y en especial el de Buenos Aires, fue uno de los actores relevantes, tanto en el accionar político concreto como en la tarea de elaborar un discurso legitimador del proceso de independencia. Posteriores desacuerdos y rupturas han oscurecido en la memoria nacional esta participación, e incluso en la historiografía no hay acuerdo sobre este punto. Guillermo Furlong, a mediados del siglo pasado, sostuvo los siguientes extremos: 1. Que el «pacto» social repetidamente mencionado por los patriotas es el pacto de Suárez y no el de Rousseau; 2. Que el clero criollo, formado en la tradición escolástica, bebió en ella las ideas que luego expresó simplificadamente en las proclamas; 3. Que este clero tuvo un papel decisivo en la formación y consolidación de la primera teoría política patria. Sus posturas abrieron una larga polémica; pasadas varias décadas ha resultado lo siguiente: la primera tesis en general no es aceptada, la segunda es aceptada con reservas, mientras que la tercera goza de consenso. En esta exposición me propongo clarificar la segunda tesis. Para ello se analizarán los siguientes puntos. 1) Formación de la tradición, a partir de las cátedras en la Universidad de Córdoba y en el Colegio de San Carlos de Buenos Aires y dos textos relevantes: el manuscrito anónimo De legibus y el Catecismo Real del Obispo José Antonio de San Alberto; 2) La continuación de la tradición, en las figuras de José Ignacio Echenique y Juan Benito Gil; 3) Los creadores de la nueva tradición, entre los cuales se cuentan Luis José Chorroarín, Cayetano José Rodríguez y otros; 4) Los escritores de la nueva tradición: Deán Gregorio Funes, P. Pedro Ignacio de Castro Barros y P. Juan Ignacio Gorriti.