Abstract
La Sagrada Escritura es expresión de la revelación de Dios a los hombres: en ese sentido se puede decir que en la Iglesia es palabra de Dios escrita. El Concilio Vaticano I, y la teología que le siguió, expresó esta relación entre Escritura y revelación subrayando la acción de Dios en la composición de los libros. El Concilio Vaticano II, y la teología que le ha seguido, ha subrayado más la investigación histórica y la necesidad de convocar a otros elementos para entender la Escritura como Palabra de Dios: en concreto, su relación a Jesucristo, a los Apóstoles y a la Iglesia.
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