Casos (Centro de Gobierno y Reputación de Universidades)

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    Listening culture and university governance, new paths to reputation. An internship at the University of Navarra
    (2024) Fernández-Gubieda, S. (Santiago)
    Organisational listening is an inherent feature of corporate communication. Through listening, organisations learn about the perceptions of their stakeholders and learn to make decisions based on dialogue and an open relationship. When listening becomes a real and effective habit of gover- nance, institutions assess their legitimacy in the environ- ment and their reputation in the public eye. In the university sector, listening is also an ideal way to seek shared solutions in an already complex institutional context. In this article, the author reflects on the foundations of organisational lis- tening and describes a professional listening practice as ap- plied at the University of Navarra. With its challenges and limits, the case is presented as a reasonable opportunity that can help universities strengthen their relational dimension, assess their reputation and qualify their governance.
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    Universidad de la Sabana: la inundación del campus Gestión de una catástrofe natural
    (2024) Guzmán, A.P. (Ana Patricia); Cierva, Y. (Yago) de la; Castelló, M. (Mercedes)
    Entre 2010 y 2011, el fenómeno meteorológico de La Niña había incrementado un 170% las lluvias en Colombia. La cuenca del río Bogotá, que cubre 46 municipios de la región de Cundinamarca, en el centro del país, no se salvó de esas inclemencias atmosféricas. A finales de abril de 2011, el río se desbordó en varios sectores, en especial en su parte media y alta. Más de 30.000 habitantes de Chía, Cajicá, Villapinzón, Cota, Funza, Suesca, Mosquera y Soacha, se vieron afectados por las inundaciones. Las autoridades académicas de La Sabana eran conscientes del riesgo de inundación que suponía su emplazamiento, en la ribera del río Bogotá. Sin embargo, se sentían protegidos por los llamados “jarrillones”, los diques de tierra que se habían construido hacía muchos años, antes incluso de que la universidad existiera. De hecho, las inundaciones provocadas en el pasado por otras “Niñas” en la misma comarca, nunca habían afectado al campus. Ante la subida del nivel del agua en el río, las autoridades de Cundinamarca tomaron algunas precauciones, y seguían de cerca la situación. Además, como medida preventiva, se habían reforzado los jarillones cercanos a la universidad. El 25 de abril, lunes de Pascua, estudiantes y profesores de la Universidad de La Sabana volvían de vacaciones de Semana Santa. La comunidad universitaria no estaba preocupada por el río, pero sí por las lluvias, pues iban a provocar el colapso del tráfico, e impedir a profesores, alumnos y personal acudir a la universidad. Por eso, la universidad decidió suspender las clases durante dos días. Así lo explicó el rector de La Sabana, Obdulio Velásquez Posada, esa misma mañana a los micrófonos de City TV: “Iniciábamos a clases hacia las 7 a.m., muy poca gente podía entrar al campus porque estaba muy complicado el tráfico, en especial a razón de lluvia. Entonces a las 8 a.m. cuando terminé clases, cité al comité de emergencias. En ese momento, yo ya tenía un comunicado redactado con puño y letra sobre el cierre de la universidad, por efectos de la dificultad del tráfico, no por amenaza de la inundación; de hecho, en ese comité de emergencia, se discutió la situación, el riesgo, la inundación de los vecinos y lo prudente era cerrar dos días la universidad”. A las 9:45, mientras estaba teniendo lugar esa entrevista, el rector y el periodista se enteraron de que uno de los diques se acababa de reventar y no había manera de contener la riada. La inundación era inevitable, aunque todavía no eran conscientes de la gravedad. Luz Marina, una empleada de la universidad que se encontraba en uno de los edificios, lo contó en directo en el canal de televisión RCN: “Los jefes nos avisaron que venía como una avalancha y que intentáramos subir a la segunda planta”. En ese momento, se encontraban en la universidad unas trescientas personas, entre trabajadores, estudiantes y docentes. Con toda la buena voluntad intentaron salvar lo que pudieron. Pero en cuestión de minutos, el agua les llegaba a la cintura. En solo tres horas, dos metros de agua llenaban todos los edificios, unos 9.000 libros flotaban en la biblioteca, y las computadoras, cámaras y demás equipos recién comprados para dotar los estudios multimedia de facultad de comunicación –algunos aún embalados– corrían serio peligro de arruinarse antes incluso de haber sido usados. Al mediodía, el campus solo se podía recorrer en lancha. Días después, la universidad pudo traducir la catástrofe en cifras. El informe que se envió a la aseguradora hablaba de 22.000 objetos afectados, entre ellos 56.914 volúmenes de revistas, 37.017 metros cuadrados de pintura, 7.301 sillas, 536 puertas, 126 tableros, 348 teléfonos, entre otros. Según la universidad, 222.120 objetos.
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    University of Notre Dame y la libertad de cátedra
    (2024) DeReuil, J. (Joseph); Cierva, Y. (Yago) de la
    El 12 de octubre de 2022, Notre Dame University (ND), la universidad católica de los Estados Unidos mejor posicionada en los rankings, ocupó los titulares de los principales diarios cuando su revista estudiantil desveló que una de sus profesoras se había ofrecido a ayudar a obtener abortivos, para evadir la prohibición casi total del aborto en el estado de Indiana. En los meses anteriores, la profesora de sociología Tamara Kay había publicado varios artículos contra las restricciones al aborto decididas por los legisladores estatales en aplicación de una sentencia de la Corte Suprema de los Estados Unidos. Cuatro meses antes, el alto tribunal había dictaminado que no existía un derecho constitucional al aborto, y puso fin al periodo abierto por el caso Roe v Wade de hacía casi 50 años. La noticia de The Irish Rover, publicación estudiantil de Notre Dame, fue rápidamente recogida por medios conservadores del país como Fox News y National Review. Nacida con unas convicciones religiosas profundas, la Universidad de Notre Dame se esforzaba tanto por defender los principios católicos como por alcanzar un alto nivel científico, compitiendo en muchas categorías académicas con universidades laicas. De vez en cuando esos dos objetivos entraban en conflicto entre sí, pero de ordinario las disputas quedaban de puertas adentro. La noticia sobre la actividad de la Prof. Kay supuso un shock tanto para aquellos que consideraban ND un prestigioso centro de educación superior como otro cualquiera, como para aquellos más interesados en su legitimidad como institución católica. Los directivos de ND tenían al alcance varias opciones para apaciguar a unos y a otros: 1) Reafirmar públicamente la identidad católica de ND y su posición sobre el aborto, y manifestar que la profesora Kay contradecía estos principios y, en consecuencia, reprenderla. Sin embargo, eso podría dañar la reputación de ND ante los medios seculares, poner en peligro su clasificación en los rankings, dañar sus programas de colaboración con otras universidades y empresas, e incluso perder ciertas fuentes de financiación. 2) Intentar una solución de compromiso: declarar que las acciones de la Prof. Kay estaban en desacuerdo con las enseñanzas católicas, pero ND defiende la libertad de expresión del claustro de profesores. Esta opción sería bienvenida por los medios de comunicación no confesionales, pero enojaría a la mayoría de los estudiantes, a casi todos los antiguos alumnos y a no pocos miembros del claustro. 3) Tratar de calmar las aguas actuando entre bastidores y sin declaraciones públicas, con la esperanza de mantener a ambos grupos en paz. El tema era ya de por sí espinoso, y no tenía ningún sentido llamar más la atención sobre él. 4) Por último, cabría simplemente esperar y ver cómo evolucionaba el problema, y mientras tanto no hacer nada, esperando que se desinflara solo. ¿Qué deberían hacer las autoridades académicas de Notre Dame?
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    Universidades privadas de Valencia: ¿discriminadas? Relaciones institucionales en crisis
    (2024) Cierva, Y. (Yago) de la; Castelló, M. (Mercedes)
    El 2 de octubre de 2018, el tribunal superior de justicia de Valencia falló a favor de la Universidad Cardenal Herrera CEU y la Universidad Católica de Valencia en su batalla contra la Generalitat Valenciana. Los centros educativos habían recurrido las decisiones del gobierno autonómico, que había incumplido los convenios de ambas instituciones con la Conselleria de Sanidad, que garantizaban prácticas curriculares a sus alumnos del área de ciencias de la salud. Dos años antes, en 2016, la Generalitat había decretado vetar las prácticas obligatorias de los alumnos de las universidades privadas en los centros públicos. La nueva normativa suponía, de facto, un golpe casi mortal para las universidades privadas, ya que el sistema privado de salud, al que el gobierno pretendía derivar las prácticas de estos alumnos, no contaba con plazas suficientes para absorber a todos los alumnos. En su sentencia, la sala de lo contencioso-administrativo del tribunal valenciano señalaba que, en caso de revocar esos convenios, el derecho de esos alumnos a la educación “quedaría cercenado si se les impidiese realizar unas prácticas que son imprescindibles para obtener la titulación que por sus estudios están cursando”, sobre todo teniendo en cuenta que las plazas para hacerlas en hospitales privados de la Comunidad Valenciana son insuficientes. Las universidades privadas ganaron la primera batalla contra el gobierno del que dependían: la Generalitat de Valencia. Cuatro meses después, el 3 de julio de 2019, el tribunal constitucional español tumbó el veto del gobierno autonómico valenciano a las prácticas de estudiantes de la privada en hospitales públicos. ¿Hubo discriminación ideológica y religiosa, o se trató simplemente de un problema de masificación en las prácticas o de falta de coordinación? ¿Podría esa amenaza extenderse en el futuro a universidades de otras partes de España?
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    Universidad de Navarra: bomba en el edificio central Gestión de emergencias y comunicación de crisis
    (2024) Echevarne, B. (Begoña); Castelló, M. (Mercedes)
    El jueves 30 de octubre de 2008 llovía en Pamplona. Faltaban dos minutos para que sonase la campana que anunciaba el final de la segunda clase del día. El rector y los miembros de la comisión permanente (el equipo de gobierno de la universidad), trabajaban en las oficinas del rectorado, situadas en el segundo piso del ala este del edificio central situado en la zona sur del campus. Un estudiante de Económicas se disponía a recoger unos papeles en el central, pero alguien le entretuvo en la entrada de la biblioteca. A las 10:58 un terrible estruendo detuvo el tiempo y se tambalearon los cimientos. Un Peugeot blanco con 80 kilos de explosivos había estallado en el aparcamiento del ala este. En segundos, una densa columna oscura y una lengua de fuego más alta que el edificio ascendió por el cielo. El ruido, el temblor y el humo confirmaban un atentado. La noticia corrió como la pólvora: una bomba cerca de la biblioteca de la universidad sin previo aviso. Tras el impacto: cristales rotos, fuego, humo… En apenas siete minutos, el edificio central fue desalojado. La bomba afectó fundamentalmente a las oficinas de la planta baja del edificio que constituía el corazón del campus. En esa ala, se encuentran los servicios centrales: oficinas generales y tesorería, dirección de personas y una pequeña aula: el aula 18. En la parte alta del edificio, en el ala oeste, además de los despachos de rectorado, hay, otras aulas, salas de trabajo y despachos de la facultad de filosofía, de Alumni, de comunicación y a otros servicios comunes. A pocos metros, al otro lado del aparcamiento en el que había estallado la bomba, separado por una pequeña explanada, está la siempre concurrida biblioteca de humanidades, la sede de la emisora de radio de la universidad y la redacción de la revista universitaria Nuestro Tiempo. En ese momento, alrededor de 200 personas se encontraban en el edificio y unas 400 en lugares cercanos. En 2008, en el campus de Pamplona se habían matriculado 8.300 estudiantes y trabajaban 3.000 profesionales.
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    Université de Strasbourg: ajustar cuentas con el pasado. Caso de gestión de crisis en una universidad francesa
    (2024) Ramos, P. (Pilar); Cierva, Y. (Yago) de la
    En 2015, el historiador Michel Cymes publicó una investigación sobre las atrocidades de los médicos nazis en los campos de concentración alemanes. El libro acusaba a la Universidad de Estrasburgo de poseer todavía restos mortales de las víctimas judías del nazismo, procedentes de los experimentos anatómicos del médico nazi August Hirt. El escándalo que siguió fue mayúsculo. La Universidad se defendió explicando que aquellos restos habían sido enterrados en el cementerio judío de Cronenbourg, donde unos años atrás se había colocado la estela con los nombres de las 86 víctimas. Todo lo demás, dijo la universidad, no eran más que “rumores”. “La posición de la facultad de medicina era: 'Esa no es nuestra historia'”, afirmó el historiador de la facultad de medicina de la universidad, Christian Bonah. La versión oficial decía que, a la llegada de las tropas alemanas, profesores y estudiantes habían sido evacuados. Nadie había colaborado con ellos. Lo que hicieron, lo hicieron por su cuenta. Unos meses más tarde, se descubrieron en el Instituto Forense de Estrasburgo muestras hasta entonces desconocidas del cuerpo de uno de los 86 deportados judíos gaseados en Struthof, con los que el profesor Hirt, médico de las SS y director del Instituto de Anatomía de la Reichsuniversität, había creado su “colección de esqueletos”.
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    Universidad Luso-Americana: plagio de un antiguo muy VIP. Juristas y comunicadores en una gestión de crisis
    (2024) Cierva, Y. (Yago) de la; Castelló, M. (Mercedes)
    El domingo 19 de agosto de 2017, María Espinoza, directora de comunicación de la Universidad Luso-Americana de Porto Alegre (Brasil), se disponía para salir a correr. Apenas quedaba una semana para el maratón internacional de Rio de Janeiro, para el que llevaba preparándose varios meses. Quería mejorar su marca en el maratón de Roma del pasado abril, donde recibió un diploma por llegar entre las primeras 200 en categoría femenina. ¡Y eso que había corrido con fiebre, por una inoportuna indigestión! A las 8:15 am, cuando se acababa de atar las zapatillas, sonó el teléfono: Hola, soy Filipe Souza, periodista del programa “Falando con Mendes”. Quería informarte que hemos preparado un reportaje donde se demuestra que la tesis con la que Dos Santos obtuvo el grado de licenciado en Derecho es plagio. Lo publicaremos esta noche, pero queremos saber si la Universidad tiene alguna declaración al respecto. Espinoza se quedó sorprendida. En sus once meses en la ULA se había enfrentado a problemas de todo tipo, pero esta era la primera vez que tenía ante sí un conflicto de esas dimensiones. El programa “Falando con Mendes” lo dirigía Juliana Mendes, una de las reporteras más conocidas del país. Con 25 años de experiencia en distintos medios, era actualmente la conductora de CNN Brasil y su influencia se había consolidado tanto, que a pesar de haber sido despedida de una gran cadena de radio meses atrás, tenía su propio portal de noticias web. Mendes no dejaba a nadie indiferente. Para muchos, sus programas de denuncia eran un ejemplo de periodismo independiente y comprometido; para otros era escandalosa en exceso y hasta “incendiaria”. En lo que todos estaban de acuerdo era que, de un tiempo a esta parte, se había convertido en el látigo del presidente de Brasil, Henrique Monteiro dos Santos.
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    “Embajadores secretos” en la Warsaw Medical University. Crisis por enfrentamiento entre el rectorado y los alumnos
    (2024) Cierva, Y. (Yago) de la; Guzik, P. (Paulina)
    Diciembre de 2020 fue uno de los momentos más oscuros de lo que llevamos del siglo XXI. Ese invierno cayó en medio de la pandemia de coronavirus, cuando aproximadamente 10.000 personas al día morían en todo el mundo a causa del virus. Aunque en febrero de 2020 el coronavirus se había convertido en pandemia global, no fue hasta marzo cuando millares de pacientes inundaron los hospitales polacos. Desde entonces, el personal hospitalario abandonó su ritmo normal de turnos de trabajo y pasó a jornadas de sol a sol, fines de semana incluidos. Tras descansar pocas horas en sus casas, acudían a su hospital como soldados, a luchar en primera línea. Pero muy a menudo, temerosos de propagar el virus dentro de sus propias familias, permanecían en el hospital durante semanas, a veces meses. Para los trabajadores de primera línea de la Universidad Médica de Varsovia (UMV), en la capital de Polonia, el 27 de diciembre de 2020 marcó un importante punto de inflexión. Algunos afortunados estaban en casa, celebrando las vacaciones de Navidad con sus familias; otros solos, cumpliendo las estrictas restricciones gubernamentales para frenar la propagación del virus; pero la mayoría estaba junto a la cama de sus pacientes, sacrificando una de las festividades más importantes del año en la católica Polonia.
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    El sótano de los horrores. Crisis y recuperación en la Universidad Complutense de Madrid
    (2024) Castelló, M. (Mercedes)
    La quinta temporada de “The Walking Dead” se estrenó en España en octubre de 2014. Cuando terminó, los estudiantes de medicina de la Universidad Complutense de Madrid descubrieron con estupefacción que también ellos habían estado caminando entre cadáveres ese curso. A pocos metros de los laboratorios de Anatomía, más de 500 cuerpos se amontonaban indecentemente.
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    Pontificia Universidad de Chile: ser parte de la solución Identidad, entorno y responsabilidad social
    (2024) Cierva, Y. (Yago) de la; Castelló, M. (Mercedes)
    El 22 de abril de 2010, James Hamilton, Fernando Batlle y Carlos Cruz, que en su juventud participaron en las actividades de la parroquia católica del Sagrado Corazón de Jesús en la zona exclusiva de El Bosque (Santiago de Chile), aprovecharon la plataforma del The New York Times para denunciar los abusos que habían sufrido a los 17 años por parte del conocido y carismático sacerdote Fernando Karadima . No era la primera vez que le habían acusado: de hecho, lo habían puesto en conocimiento de la autoridad eclesiástica en 2004, que desestimó las quejas y obstaculizó las investigaciones. Hamilton, un prestigioso cirujano, confesó a los periodistas que en el entorno eclesiástico su denuncia había sido recibida con incredulidad: intentaron aislar el caso y pasar página. No era tolerancia cero, era reacción cero. El artículo del diario norteamericano alentó a que los medios locales le prestaran atención. Uno de los reportajes de mayor impacto fue el “Informe especial” de la Televisión Nacional de Chile, con entrevistas dramáticas a las víctimas y a los acusadores.